EVOLUCIÓN DE LOS VIRUS INFORMÁTICOS (IV): EL PRIMER TROYANO
En los primeros tiempos de la informática personal, los ordenadores susceptibles de contener información de “riesgo”, como por ejemplo, un número de tarjeta de crédito o cualquier otro dato de esta índole eran muy pocos, restringidos sobre todo a los de empresas importantes que ya habían dado el paso de incorporar la informática a sus rutinas de trabajo.
En cualquier caso, aunque ese tipo de información se encontrase almacenada en una máquina, no corría demasiado peligro, a no ser que se hallase conectada a una red a través de la cual poder transmitirla. Por supuesto, hubo excepciones y se dieron casos de hackers que llegaron a realizar estafas a partir de datos almacenados en sistemas informáticos. Sin embargo, lo consiguieron mediante técnicas típicas de ataques hacker, sin emplear ningún tipo de virus.
La aparición de Internet motivó un cambio de objetivo de los creadores de virus que, a partir de entonces, intentaron infectar el máximo número de ordenadores en el menor tiempo posible. Por su parte, la aparición de los servicios asociados a Internet -como la banca electrónica, o las compras online- conllevó otro cambio. Algunos autores de virus no los creaban con el ánimo de infectar muchos equipos, sino para robar los datos confidenciales asociados a dichos servicios y obtener un beneficio económico personal. Evidentemente, para alcanzar dicho objetivo necesitaban virus que infectasen muchos equipos de forma silenciosa.
Pero no tuvieron que trabajar demasiado, ya que la respuesta estaba en un código malicioso aparecido en 1986, al que se denominó genéricamente “caballo de troya”, o más comúnmente “troyano”. Concretamente, llevaba por nombre PC-Write y se presentaba como una supuesta versión shareware de un procesador de textos. Si era ejecutado, un procesador de textos funcional se presentaba en pantalla. El problema era que, al tiempo que el usuario escribía, el troyano se encargaba de borrar y corromper archivos del disco duro.